lunes, julio 06, 2020

Me equivoqué

A veces pensamos que estar todo el día corrigiendo, regañando y guiando a nuestro hijos le ayudamos, pero no es así. 

Con el paso de los años me he dado cuenta de que lo hacía mal. Tenemos que dejar que se confundan. Que se den cuenta de sus errores, y si lo necesitan, que pidan ayuda. 

Esto es igual para niños con o sin TEA. 

Nos enseñan que tenemos que planificarle el día, pero eso no quiere decir que le tengamos que coger de la mano para que hagan todo lo que nosotros queramos. Son personas con pensamientos propios, con deseos y capaces de decidir. ¿Entonces, por qué actuamos así?

Pues, según mi conclusión es que nos tomamos a rajatabla todas las instrucciones que no dan, todo lo que leemos y todos los consejos, porque creemos que es lo mejor para su evolución. Eso no quiere decir que estemos confundidos, pero erramos. No dejamos que se desarrollen individualmente, le marcamos siempre el camino, y le exigimos una conducta que creemos que es la correcta, porque todos lo hacemos. 

Ahora me he dado cuenta que he debido de exigirle menos y ofrecerle un poco de más libertad. 

¿Cuáles fueron mis errores?
Regañarle
Castigarle
Premiarle
Chantajear 
Enfadarme
No darle ese abrazo porque estaba enfadada
No darle ese beso porque tenía rabia
Gritarle

Pero todo eso acabo. Solo quiero una cosa. Que sea feliz. Y lo es. 
Me emociono cada vez que me dice: 
"mamá, soy feliz"
"mamá, estás bien"
"mamá, estás despierta"
"mamá, te puedo dar un beso"
"mamá, te puedo dar un abrazo"
"mamá, yo te quiero mucho"

Soy afortunada por tenerte en mi vida. Por fin me di cuenta que las exigencias no sirven de nada. Lo que sí vale, es el cariño, el amor, la compañía, y el estar siempre juntos. Solo pido un deseo; que sea para muchos años. 

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